domingo, 24 de julio de 2016

Los misterios del Quijote - Rafael Álvarez (El Brujo)

El 27 de mayo tuve la suerte de asistir a Los misterios del Quijote en el teatro de Marbella. Llegué al teatro por casualidad, corriendo en el último minuto, sorprendida de entrar a tiempo, y aún más de que quedaran entradas. Fue una de las mejores interpretaciones que he visto nunca: ingeniosa, divertida y muy inteligente.
Los misterios del Quijote es una fantástica obra de teatro escrita e interpretada por El Brujo, considerado —no equivocadamente— un juglar al más puro estilo medieval. En ella, Rafael Alvarez nos deleita con su punzante humor y erudición, y recuerda que una obra como El Quijote ya nos mostró hace siglos que el camino de la literatura siempre es un baile entre la realidad y la ficción. El Brujo comienza dirigiéndose directamente al espectador, resume la novela en pocos minutos a ritmo de rap, y va haciendo desfilar al caballero más famoso de todos los tiempos y a muchos otros personajes a los que da vida con diferentes poses, voces y acentos. Recrea con maestría variopintas situaciones desde un monólogo muy bien hilado y con un ritmo fantástico que mantiene en vilo al espectador durante toda la actuación. Ejemplo del más ingenioso malabarismo de la forma, repleta de rimas, paralelismos y aliteraciones, y de un contenido cuidadosamente seleccionado, recoge algunos momentos claves de la obra e ilumina al espectador con gran parte de la sabiduría de El Quijote. Me gustaron especialmente sus juegos lingüísticos y los guiños a la actualidad política y social, pero también cómo destaca el respecto por la mujer en la obra cervantina y su forma tan sencilla de referirse y recrear la metaficción, que no es otra cosa que la reflexión que hace la obra literaria de su propio camino, es decir, cómo por ejemplo los personajes sopesan sobre su cometido y pasos como personajes que se saben ser. Curiosamente lo mismo hace el actor al salir de su interpretación y dirigirse directamente al público; se reinventa así en numerosas ocasiones.
Su actuación fue grandiosa, colosal. Además, debemos destacar el magnífico acompañamiento musical que lo abarca todo, desde un violín a un fantástico cajón que repica las rimas del poeta.
El Brujo acabó su espectáculo, al menos en Marbella, instando al público a leerle El Quijote a los niños o, en su defecto, a inventárselo, porque lo importante de la literatura es la narración en sí misma, los sueños que suscita. Me quedaron ganas de volver a ver el espectáculo porque sé que, aunque ya no me sorprendería tanto, me haría reír con la misma intensidad y descubrir otras partes a las que quizás no presté atención.
Para quien no tenga la suerte de poder ir a verlo, puede ir abriendo boca con la entrevista de Jesús Quintero: https://www.youtube.com/watch?v=W6teztmwX00

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