
Nemesis es de nuevo una historia sobre la culpa y la responsabilidad, pero sobre todo sobre las consecuencias de su exceso. Bucky Cantor es un joven maduro, honesto y simplemente bueno. Un defecto de vista le impide alistarse, y un sentimiento de vergüenza por no dar la talla le hace dedicarse en cuerpo y alma a su trabajo de monitor infantil de deportes en un barrio judío de Newark.
Bucky se esfuerza en encontrar la perfección en aquello que hace y las cosas parecen irle bien. Ha encontrado el amor de una chica de una buena familia que apenas cree merecer, pero ese sentimiento de culpa por no estar combatiendo se unirá a un peso mucho mayor. Los niños comienzan a caer enfermos de polio, algunos mueren y en su barrio cunde el pánico. Una de las madres le culpa a él directamente por obligarles a practicar deporte en exceso, lo cual no es cierto en absoluto, peor Bucky en su obsesión por salvarlos, empieza a obsesionarse con la idea de qué hacer para que la enfermedad no siga su curso. El desenlace final será desalentador.
Nemesis está muy bien escrita y me ha gustado, aunque no está llena de sarcasmo, ironía o simbolismo como otras que he leído del mismo autor. Es una tragedia, como su título nos recuerda y como tal, conmueve.
Bucky se esfuerza en encontrar la perfección en aquello que hace y las cosas parecen irle bien. Ha encontrado el amor de una chica de una buena familia que apenas cree merecer, pero ese sentimiento de culpa por no estar combatiendo se unirá a un peso mucho mayor. Los niños comienzan a caer enfermos de polio, algunos mueren y en su barrio cunde el pánico. Una de las madres le culpa a él directamente por obligarles a practicar deporte en exceso, lo cual no es cierto en absoluto, peor Bucky en su obsesión por salvarlos, empieza a obsesionarse con la idea de qué hacer para que la enfermedad no siga su curso. El desenlace final será desalentador.
Nemesis está muy bien escrita y me ha gustado, aunque no está llena de sarcasmo, ironía o simbolismo como otras que he leído del mismo autor. Es una tragedia, como su título nos recuerda y como tal, conmueve.
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